Micifuz y Tobi, seres humanos/Belaya Smert

 

Arcadas de vergüenza cuando los labios de Micifuz mojan de saliva los labios de “mojigatos” que con un chascarrillo acompañado de sonidos ridículos requieren la atención de semejante bicho.

Tirados en la basura quedaron familiares y amigos que no pidieron un beso pero que si lo necesitaron, quedando estos ejemplares humanos en el ostracismo ya que “chuchos y felinos son más listos que las personas” y “demuestran mas cariño”.

Pobres de razón e inteligencia los que manifiestan semejante apuñalamiento a la raza humana.

Lanudos compañeros paseados con jerséis ridículos y lacitos propios de épocas pasadas que junto a sus dueños compone un cuadro de Dalí en su época mas colmada de locura pictórica

Testosterona con dos patas que salen a mover su colita por el barrio con ridículos roedores llamados perros para buscar perras humanas o testosteronas arrastrados por un buldózer degollador con el que intentan reponer su falta de hombría.

“Cuchi cuchi”, “pichurri”, “piti piti”, manda narices la llamada del jefe de la manada de tontos.

Repartidores de cariño que tienen tiempo y dinero para cortarle las uñas a su perrito pero que no tienen tiempo para cortarle las uñas a su madre y sí dinero para meterla en una residencia de ancianos.

Soy un ser racional, por lo que demuestro cercanía con los de mi especie y con las especies que me rodean. Este respeto que se genera con esta cercanía no me produce alucinación perruna o gatuna. Alucinaciones de humanos que presentan carencias afectivas y que ven en los animales, la hembra o el macho de la especie humana que les gustaría tener a su lado.

Somos una raza superior y no sabemos admitirlo ni utilizarlo.

Desplegamos la maquinaria afectiva con seres inferiores y dejamos morir por intoxicaron de oxido afectivo a nuestro semejantes.

Somos tontos y ridículos. Solo nos queda desaparecer.

Caminamos hacia la extinción y por eso mi mascota es una cucaracha ya que quiero que sea mi heredera y la que me devore.